Comentario
CapÍtulo 32
De cómo los mexicanos se rendieron y començaron a salirse de la ciudad por miedo de los españoles
Después de las cosas arriba dichas, los indios mexicanos huyeron para Tlatilulco, dexando a la ciudad de México en poder de los españoles; y los indios del Tlatilulco acudieron a México a hazer guerra a los españoles. Y don Pedro de Albarado, que estava todos aquellos días peleando contra los del Tlatilulco en aquella estancia que llaman Ilyácac, cabe Nonoalco, no hizo ninguna cosa, porque los del Tlatilulco se defendieron muy bien por tierra y por el agua. Como vio Albarado que no aprovechava con ellos nada, desconfiado bolvióse a Macupa, y dende a dos días los españoles vinieron con todos los vergantines junto a las casas del Tlatilulco, y dos de los vergantines fueron hazia el barrio que se llama Nonoalco, y oxearon de por allí todas las canoas de guerra y saltaron en tierra. Començaron de entrar por entre las casas en concierto de guerra; todos los indios se apartaron; ningunos salió contra ellos. Como nadie osava ir contra los españoles, un valiente hombre, vezino del Tlatilulco, que se llamava Tzilacatzin, salió contra los españoles y a pedradas mató algunos de ellos, porque tenía gran fuerça en el braço. Y salieron otros tras él; hizieron retraer a los españoles; y bolvieron al agua hazia donde tenían los vergantines. Y aquel Tzilacatzin tenía sus armas y sus divisas como otomí, y con su ferocidad espantava no solamente los indios amigos de los españoles, pero también a los mismos españoles. Y los españoles ponían gran diligencia por matarle, pero él disfraçávase cada día porque no le reconoziesen: a las vezes iva la cabeça descubierta como otomí, y otras vezes armávase con armas de algodón, y otras vezes se ponía la cabellera de manera que no le viesen ni conoziesen.
Otro día los españoles hizieron lo mismo. Vinieron en los vergantines con muchos amigos indios al mismo barrio de Nonoalco. Començaron a pelear con los del Tlatilulco y travóse reciamente la batalla, y pelearon todo el día hasta la noche, y murieron muchos indios de ambas partes. Y señaláronse allí entonce tres indios del Tlatilulco muy valientes: el uno llamavan Tzoyectzin, y el otro llamavan Temoctzin, y el tercero Tzilacatzin, que se dixo ya. Como vieron los españoles que venia la noche y no ganavan nada, bolviéronse a su estancia con los indios sus amigos.